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Tus emociones en las diferentes etapas de la maternidad

  • Foto del escritor: Karen Sandoval
    Karen Sandoval
  • 15 mar 2018
  • 2 Min. de lectura

Ana tiene 15 semanas de gestación y sus emociones están a flor de piel. Un día despierta muy entusiasmada, con muchas ganas de empezar la decoración de la que será la habitación de su bebé, pero los pocos minutos comienza a llorar desconsoladamente al recordar su embarazo anterior que no se logró. Así pasan los días entre risas y llanto. Y es que la emoción que causa la llegada de un hijo se mezcla con los miedos que produce la situación, sobre todo si se vive por primera vez o si la madre se enfrenta al embarazo tras la pérdida de uno anterior.

En todos los casos, la ilusión convive con preocupaciones hasta el momento desconocidas y los cambios de humor son frecuentes. Probablemente ni tú misma entiendas algunas de tus reacciones, pero no puedes evitarlas. Tan pronto te encuentras eufórica y con una vitalidad arrolladora, pasas a estar agotada o decaída. Aunque la felicidad por el acontecimiento sea la tónica general, eso no impide que, de pronto, te den ganas de llorar. Este vaivén emocional tiene varias razones.

En el embarazo los niveles de estrógenos y de progesterona aumentan. Estas hormonas son las responsables de la acidez, las náuseas y la rinitis del embarazo, unas sensaciones que contribuyen a alterar la paciencia de quien las sufre y que favorecen los altibajos anímicos de la futura mamá. "Este cambio hormonal también afecta a los neurotransmisores químicos del cerebro que regulan el humor, agudizan algunos sentidos, como el olfato o el gusto e influyen en las emociones", comenta la psicóloga Cristina Silvente.

Una mujer embarazada se encuentra más sensible, más vulnerable, más sentimental porque su cerebro se está preparando para la maternidad antes de que nazca su hijo. Todas estas emociones forman parte del proceso que dispone a la madre para acoger al bebé. Y entenderlo así, como cambios normales propios de esta etapa, es la mejor manera de sobrellevarlos. Descansar todo lo posible, seguir una alimentación adecuada y realizar ejercicio suave y regularme también ayuda a mantener la susceptibilidad a raya.

Claves para mejorar el estado de ánimo

  • Identifica las fuentes de estrés y elimina las que sean posibles.

  • Asume menos tareas, evita compromisos innecesarios. Hay que despojarse de todo lo que complica la vida.

  • No te sobrecargues de obligaciones ni pretendas controlarlo todo. Siempre es recomendable aprender a delegar, pedir ayuda, posponer y decir <> cuando sea necesario.

  • Practica ejercicio para liberar energía, nerviosismo y aliviar o evitar los dolores típicos del embarazo.

  • Mantén una alimentación adecuada y duerme lo suficiente.

  • Consulta con los especialistas todas las dudas que surjan para afrontar los miedos lógicos de esta etapa.

  • Cuida la relación de pareja. Pregúntale cómo se siente y compartan sus emociones. No esperes a que él adivine lo que pasa por tu cabeza.

Diviértete, haz actividades que te den placer. No está de más consentirse. Una siesta, un paseo, un masaje o una salida con las amigas reducen el estrés.

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